F. E. Madrid
Santiago Grau Cerrato, farmacéutico del Hospital del Mar de Barcelona, ha analizado el papel de las viejas moléculas en los patógenos multirresitentes en el marco de un ciclo de charlas on-line sobre el control de la infección nosocomial, organizado por la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria.
Santiago Grau.
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La charla ha versado sobre la ausencia de nuevas moléculas para la cobertura de infecciones por microorganismos multiresistentes, principalmente en el campo de los ‘gram negativos’, y de cómo se han recuperado viejas moléculas que se habían abandonado, o bien por toxicidad o por actividad farmacológica cuestionable, y que incluso se habían dejado de comercializar algunas de ellas en España. Así, ha analizado los casos de la colistina y la fosfomicina intravenosa, cuya reincorporación al arsenal se da, precisamente, por la ausencia de nuevas moléculas activas frente a microorganismos gramnegativos multirresistentes.
En una entrevista a Publicación de Farmacia Hospitalaria, este experto señala que “la información sobre su actividad antibacteriana y de su perfil farmacocinético y farmacodinámico es limitada ya que procede de estudios muy antiguos en los que se aplicaban métodos que se han abandonado en la actualidad. Además, los estudios clínicos existentes sobre su actividad son en algunos casos cuestionables”.
Colistina y la fosfomicina intravenosa
Grau explica que la colistina se empezó a investigar en los 50 y aparece en clínica en los 70. “Si bien hoy en día para comercializar un nuevo antibiótico se necesitan estudios farmacocinéticos y farmacodinámicos que ayuden a establecer los puntos de corte de actividad antibacteriana y de estudios sobre parámetros predictores de eficacia, en esos momentos sólo se usaban estudios in vitro para valorar la eficacia mediante la aplicación de métodos microbiológicos. Este tipo de investigaciones están llenas de limitaciones y los resultados de las mismas no siempre son extrapolables en humanos”.
En el caso de la colistina, agrega el experto, aún se desconoce cuál es la verdadera dosis que se debe administrar o cuál es su verdadero comportamiento farmacocinético. “Se está estudiando en estos momentos cuál es la dosis que se tiene que administrar según la función renal de cada paciente. Van apareciendo trabajos, pero con resultados contradictorios. Por ejemplo, hay alguna investigación que sostiene que para aumentar su eficacia se debe administrar por vía intravenosa e inhalada, mientras que hay otros estudios que afirman que la vía inhalada no tiene utilidad en el tratamiento de las infecciones”.
La recuperación del uso de la colistina se debe a que a inicio de la década del 2000, empiezan a observarse algunas cepas de bacilos ‘gam negativos’ multirresistentes, y como colistina ya no estaba disponible en España, el Ministerio de Sanidad tuvo que hacer frente a solicitudes masivas de importación de este fármaco. Esta situación dio a lugar a que a mediados de la década volviera a comercializarse esta molécula en España y que se use ahora cada vez más.
Por otra parte, la fosfomicina “es un antibiótico que para las infecciones urinarias puede funcionar incluso como monoterapia, pero si la infección es sistémica o, pese a que tenga un origen urinario, curse como bacteriemia, el hecho de que pueda haber metástasis bacterianas en otras localizaciones fuera del recto urinario puede producir que esos focos no sean susceptibles de ser paliados por la administración de este antibiótico en monoterapia”. Además, según agrega, este fármaco genera resistencias con mucha rapidez cuando se utiliza en monoterapia. “Es un antibiótico difícil de manejar, la molécula tiene un elevado contenido de sodio, por lo que hay que hacer un control estricto de la natremia. Por vía intravenosa está disponible en muy pocos países (en España, sí) lo que limita la información de la eficacia de este antibiótico cuando se administra por la vía intravenosa”.
Nuevas moléculas
También se abordó la limitación de la investigación en nuevas moléculas y del estado de desarrollo de las mismas. Grau afirma que la mayoría se encuentra en fase pre-clínica o en fase I de ensayos clínicos.
Preguntado por si sería deseable realizar nuevos estudios con estos viejos fármacos para ampliar el arsenal terapéutico, el experto responde que “se tendría que individualizar el tratamiento antibacteriano. Ya se hace con moléculas de estrecho margen terapéutico. Consistiría en aplicar medidas de determinación de niveles de antibióticos en los diversos compartimientos biológicos con muchas otras moléculas aparte de la vancomicina y de los aminoglucósidos, para los que se efectúa de forma más rutinaria. Se tendría que extrapolar a otras moléculas con un margen de toxicidad más amplio e intentar individualizar la dosis de los antibióticos, porque podríamos muchas veces solventar el problema de la multiresistencia basándose en la información disponible sobre los parámetros farmacocinéticos y farmacodinámicos”.
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